Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte
Sigmund Freud (1915)
El relato sobre Jesús
Cuando Sigmund Freud nos presentó en 1917 su poderoso artículo Duelo y melancolía, quizás nunca se imaginó la importancia que dicho escrito alcanzaría a tomar respecto al trabajo que día a día nos topamos en la clínica. Un texto que hasta la fecha, sin duda alguna, nos hace reflexionar y re-trabajar lo que escuchamos de aquellos sujetos sufrientes que acuden a consulta buscando una respuesta, un algo que los ayude a amortiguar el dolor de su alma provocado por alguna pérdida para ellos.
Este es el caso de Jesús, un joven de 17 años que acude a consulta conmigo por demanda de su madre, el motivo de aquel primer encuentro para que yo lo recibiera era que Jesús hablaba de su padre en tiempo y forma presente, ya sea con familiares o amigos a pesar de que el señor tenía casi dos años de haber fallecido a causa de un accidente laboral.
Al parecer esto angustiaba a la madre, quien a su vez regresa a un proceso terapéutico con una psicóloga de la localidad con la cual había llevado hacía poco tiempo un proceso corto para sobrellevar algunas problemáticas familiares, luego de superar dichas problemáticas suspende ese tratamiento, pero con el fallecimiento de su esposo regresa con la misma psicóloga, poco tiempo después de ese regreso la psicóloga le brinda mis datos para que lleve a Jesús a consulta por el motivo antes mencionado.
Después de realizar una serie de entrevistas con la madre, en una ocasión con ambos, y luego solamente con Jesús, surgieron otros motivos de consulta como la preocupación de la madre por el rendimiento de su hijo en la facultad, la elección que él hizo de carrera y sobre el estilo de vida de su hijo.
Ya con más preguntas que respuestas inicio un proceso psicoanalítico frente a frente con Jesús, un joven de 17 años creativo, deportista, es el segundo de tres hermanos, amante de las artes marciales, del ejercicio, sostiene una relación de noviazgo con una joven de su edad y cuenta con una preparación física propia de alguien cuyo sueño, como más de una vez lo manifestó en el consultorio, era el de llegar a ser peleador profesional de artes marciales mixtas.
Jesús regularmente acude a sus sesiones con una sonrisa de oreja a oreja, es un adolescente con un ingenio para los chistes y las bromas formidable, en más de una ocasión me ha sacado una sonrisa o una expresión de risa durante el tiempo que llevo trabajando con él, es decir ya dos años de estarlo escuchando por lo menos una sesión a la semana.
Durante el proceso analítico Jesús comenzó a generar una demanda propia, él era cuestionado por su madre por el rumbo que éste quería tomar sobre su vida, quería dejar la facultad, ponerse a trabajar en los Estados Unidos como muchos de sus primos para ahorrar dinero y así irse a preparar al mejor gimnasio de la Unión Americana en cuanto artes marciales mixtas se refiere.
Jesús estudia en una escuela de ciencias políticas, cursaba el término del primer semestre cuando lo empecé a escuchar, no le había ido bien y ponía en duda el seguir ahí o darse de baja. El decía que ingresó ahí para llegar a ser “diputado o algo así, pero para ayudar a la gente”. Durante el principio del tratamiento Jesús relataba su vida enfocándose más en su aquí y ahora, relataba su acontecer diario o semanal, esto se formó para mí en una de las parte más difíciles del trabajo, por un lado Jesús acudía con una aparente disposición a trabajar, por otro le costaba soltarse, pero poco a poco al paso de las semanas se fue historizando, y con mis intervenciones más del orden del señalamiento y del preguntar Jesús fue cuestionándose cosas, poco a poco fue aprendiendo a analizarse.
Dentro de las cosas importantes que fueron surgiendo en el tratamiento se encontraba el retomar el motivo de consulta prínceps por el cual Jesús llegó conmigo, el de no haber matado del todo a su padre. Como lo mencioné anteriormente Jesús cuando hablaba de su padre posterior a su muerte con familiares y amigos se refería a él como si estuviera vivo, mencionaba cosas como “mi papá dice…”, “mi papá está en la casa” o “mi papá está en el trabajo”.
Poco a poco esto ya no se presentaba en la vida de Jesús, le fueron ocurriendo otras cosas. Luego de un tiempo de trabajo Jesús comentaba que le estaba echando más ganas a la facultad, se decidió por primero terminar la escuela y luego plantearse con su título en mano si seguiría en búsqueda de concretar su sueño o si habría otra posibilidad que tomar.
Jesús empezó a buscar independencia económica, se puso a vender gelatinas en la facultad, llegó a pensar en andar en los cruceros o instalar un local para continuar con esta venta, trabajó de mesero en un salón de fiestas o en el estadio de fútbol y su más reciente empleo como “valet parking” en un estacionamiento cercano al estadio de fútbol. Además se involucró de mayor manera en el negocio familiar, que por cierto dicho negocio se encarga de dar mantenimiento a anuncios de supermercados, así murió su padre, al momento de estar trabajando recibió una descarga eléctrica fulminante.
El recuerdo del padre de Jesús empezó a asomarse con mayor fuerza durante el análisis al momento de que narraba todo este ímpetu por desenvolverse laboralmente, contaba como su padre es un ejemplo para él, narraba anécdotas, frases, dichos, historias que involucraban actos y palabras de su padre muy significativos para Jesús, un tema que al principio no se tocaba, algo ocurrió cuando le pregunté a Jesús en alguna sesión si “¿acaso el que hablaras de tu padre como si estuviera vivo servía para seguir siendo como un niño?”.
Jesús ponía cara de incredulidad ante tales argumentos míos, pero algo parecía hacer click, algo lo hacía irse pensando de la sesión y regresar a la siguiente diciendo “me quedé pensando toda la semana en lo que me dijo la vez pasada”.
Parecía que mis intervenciones más formuladas como preguntas que como interpretaciones le hacían sentido, si bien el ya estaba haciendo cosas por y para él mismo, faltaba el sentido de dichas cosas.
Jesús es cuestionado constantemente por su madre, hermanos y tíos por siempre estar trabajando para conseguir dinero, diciéndole que no tenía la necesidad de ello, él argumentaba que era porque ya no le quería pedir dinero a su mamá, decía que él podía ganárselo, así como su padre que empezó desde muy abajo hasta tener un negocio propio. Cabe resaltar que el primer gasto propio que quiso autosolventarse fue precisamente su análisis.
¿Acaso el retener a su padre vivo en su discurso hacia los otros sería como una forma inconsciente de detener su posicionamiento como un joven?, sin duda había algo que imposibilitaba a Jesús a reafirmar o resignar la muerte de su padre y ello le ocasionaba no acceder a otras cosas que tenían que ver con su vida.
*Texto presentado por Carlos Llanes en XXII Jornadas Locura, vida y muerte en la adolescencia, Ciudad de México, 30 de septiembre y 1 de octubre de 2016.